Acceso y verificación de la información
- Lic. Oskar Miguel
- 29 feb 2024
- 2 Min. de lectura
Hoy el conocimiento está, literalmente, al alcance de nuestros dedos. Las bibliotecas digitales, las bases de datos en línea, las comunidades virtuales y los motores de búsqueda nos permiten acceder a una cantidad abrumadora de información. No obstante, con esa facilidad de acceso viene aparejada una gran responsabilidad: la de evaluar la fiabilidad de la fuente.

Es esencial que como estudiante, aprendas a distinguir entre sitios web confiables, revisados por expertos, de aquellos que pueden carecer de rigor académico.
Por ello, es indispensable aprender a seleccionar y organizar las fuentes de información más adecuadas para una investigación objetiva y metódica como la que buscas realizar, considerando criterios como los siguientes:
La naturaleza de sus contenidos: estadísticos, bibliográficos, biográficos, experimentales, etc.
La autoridad en la materia de quienes elaboran o generan la información: científicos reconocidos, revistas e instituciones especializadas o especialistas investigadores en el tema.
La actualidad y vigencia de sus contenidos: revisar si las afirmaciones que contienen no han sido rebasadas o refutadas por investigaciones más recientes.
Su nivel de especialización y alcance geográfico.
Su autenticidad, es decir, que podamos identificar quiénes las producen, editan, etcétera.
Su propósito: puede estar orientado al mundo académico, ser informativo o divulgativo.
El formato documental: texto impreso, multimedia, sonoro, gráfico, digital, etcétera.
El idioma o idiomas.
La siguiente guía, elaborada por la Biblioteca de la Universidad Carlos III de Madrid, recoge algunos de estos criterios y los aspectos que es necesario considerar para poder aplicarlos. Seguro que te resultará de gran utilidad.
GUÍA PARA LA BÚSQUEDA, SELECCIÓN Y EVALUACIÓN DE INFORMACIÓN
Criterio | ¿Qué aspectos consideramos? |
Autoridad | La responsabilidad de la información puede orientarnos sobre el grado de fiabilidad de la fuente: ¿Quién es el autor? ¿A qué escuela científica o de pensamiento pertenece? ¿Es un experto en la materia? ¿Qué más ha escrito? ¿Lo citan otros autores? ¿Pertenece a alguna institución, entidad o grupo de investigación de prestigio? |
Audiencia | No todos los documentos tienen los mismos destinatarios, lo que influye en el rigor con el que han sido elaborados: ¿A quién va dirigido el documento?: ¿a investigadores?, ¿a estudiantes?, ¿a profesionales?, ¿al público en general? |
Actualización | Normalmente nos interesará acceder a información puesta al día, pero no conviene perder de vista el contexto histórico: ¿Cuál es la fecha de publicación? ¿La información está actualizada? ¿Ofrece una perspectiva histórica? |
Editor | Otro indicio de la fiabilidad de la fuente es el editor: ¿Quién publica el documento? ¿Es un editor comercial o institucional? ¿Qué control de calidad hace el editor? ¿Los documentos son revisados antes de su publicación? ¿Qué intereses puede tener el editor? ¿Científicos, profesionales, comerciales? |
Tipo de documento | El tipo de fuente, la actualización, la audiencia a la que se dirige y el papel del editor están relacionados: ¿Es un artículo científico? Los artículos en revistas científicas son de gran calidad porque son evaluados antes de su publicación; en ocasiones, se pueden encontrar versiones preliminares en forma de documentos de trabajo. Si es un artículo científico, ¿en qué revista ha sido publicado? ¿Cuál es el factor de impacto? ¿Es un artículo de divulgación? Los artículos en prensa o revistas de divulgación son muy actuales, pero no tienen el rigor ni la profundidad de los artículos científicos. ¿Es una monografía? Los libros publicados por editoriales de prestigio aportan una visión en profundidad del tema de nuestro trabajo, pero eso les impide estar tan actualizados como los artículos ¿Es una obra de referencia? Este tipo de documentos deben ser actuales y permiten conocer el estado de la cuestión, lo que los convierte en un buen punto de partida para investigar. |
Contenido | También debemos valorar la calidad de la información desde el punto de vista de lo que cuenta y cómo lo cuenta: ¿El tema se trata en profundidad o de forma superficial? ¿La información es objetiva o responde a algún tipo de interés? ¿El documento es relevante? ¿El tratamiento es exhaustivo? ¿La expresión es correcta? ¿Hay errores lingüísticos? ¿La exposición es clara, exacta y precisa? ¿Las afirmaciones están lo suficientemente argumentadas y documentadas? La información, ¿se enriquece con las aportaciones de otros investigadores con otros puntos de vista? ¿Está bien estructurada y organizada? ¿Hay introducción, los temas se desarrollan en capítulos, se exponen conclusiones? ¿Qué información adicional se incluye? ¿Se ofrecen índices, glosarios, gráficos, tablas, imágenes, anexos...? ¿Se distingue claramente la aportación del autor de lo que procede de otras fuentes? ¿Hay bibliografía? ¿Hay citas? Si estamos ante un artículo, ¿se incluye publicidad en el periódico o en la revista? |
Condiciones de uso | Conocer quién tiene los derechos de autor o los derechos de explotación es esencial para saber cómo utilizar la información: ¿Qué tipo de uso se puede hacer del documento? ¿Se reservan todos los derechos o hay algunos que se ceden? ¿Hay alguna licencia Creative Commons? |
Tipos de fuentes de información
Las fuentes de información pueden ser:
• Fuentes primarias. Proporcionan datos de primera mano; es nueva y original; por ejemplo:
libros, antologías, artículos de publicaciones periódicas, como los artículos científicos, monografías, tesis, disertaciones y documentos oficiales, entre otros.
• Fuentes secundarias. Son compilaciones, análisis de algún escrito, reseñas o resúmenes que alguien creó luego de estudiar una fuente primaria. Por ejemplo, compilaciones de ensayos, artículos de revistas y enciclopedias.
• Fuentes terciarias. Se trata de documentos que compendian nombres y títulos de revistas y otras publicaciones periódicas, así como nombres de boletines, conferencias, simposios, sitios web, catálogos de libros y otros semejantes al servicio de la investigación; son útiles para detectar fuentes, pero no son fuentes de información temática como tal.
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